La aversión es la emoción que se genera cuando percibimos algo como desagradable o repugnante.

Esta reacción se produce principalmente a través de lo que percibimos por medio de los sentidos y nos informa que estamos cerca de algo que puede perjudicarnos y como reacción nos lleva a apartarnos de él, por ejemplo, cuando percibimos a través del olfato un olor desagradable en la comida se activa esta emoción y nos lleva a no probarla porque tal vez está en mal estado y nos podemos enfermar. De esta manera, nos ayuda a mantener hábitos de vida saludables e higiénicos.

Asimismo, nos ayuda distanciarnos de situaciones o incluso personas que pueden hacernos daño, aunque en estos casos siempre debemos preguntarnos primero si eso que percibimos es lógico y beneficioso o si estamos distorsionando la realidad.

Dentro de sus variaciones encontramos: desprecio, desdén, displicencia, asco, disgusto y repugnancia.

¿Cómo se genera?

Lo que hoy consideramos aversivo se ha adquirido de diferentes maneras en la vida, así:

Innato: nacemos con la predisposición a reaccionar de manera inmediata ante estímulos como la comida putrefacta ya que ha servido para la supervivencia humana.

Aprendizaje:

Las cosas que tienen características similares con aquello que nos da asco o aquellas que han estado en contacto con ellas. Como cuando nos desagradan las cucarachas, no querremos tocar aquello por donde ellas han estado.

Aquellos estímulos relacionados con experiencias desagradables del pasado, como es el caso de sentir aversión a una ex pareja que nos lastimó.

Influencia de la cultura y la moral de nuestro contexto hacia aquello que se debe considerar inapropiado, por ejemplo sentir aversión antes noticias de abusos sexuales a niños.

Es muy importante identificar aquellas situaciones, personas o cosas que te generan aversión y pregúntate si hay una razón fundamentada detrás de ello.

Efectos de la aversión

Esta emoción puede generar las siguientes reacciones:

Físicos: malestar gastrointestinal e incluso náuseas ya que la sangre se concentra en el estómago y la garganta; activación del sistema nervioso parasimpático, tensión muscular, mayor sensibilidad al dolor, aumento de la agudeza visual, disminución de la respiración para no contaminarse con el olor percibido, entre otros.

Psicológico: ansiedad, necesidad de escapar o de huir, repugnancia, entre otros.

Te invito a observar tus reacciones frente aquellas cosas que te generan aversión.

Es importante tener en cuenta que esta emoción puede desvirtuarse cuando desarrollamos aversión a otras personas por sus características como la raza, por tener alguna enfermedad o por vivir en la calle, y puede imposibilitar una adecuada convivencia e incluso puede llevar a cometer actos perjudiciales hacia ellas.

En estos casos es necesario desarrollar la empatía, la alegría y en sí el amor, ya que éstas contrarrestan la aversión, es así que cuando debes es necesario cambiar el pañal de los hijos, no se percibe esta emoción o al menos no tan intensa. Por ejemplo, cuando conocemos otras culturas, otras realidades, nuestra perspectiva y visión del mundo se amplia, nos volvemos más comprensivos y respetuosos.

Si sientes aversión hacia cierto grupo de personas, te invito a que las observes hasta buscar todas las cosas en común que tengas con ella, y trata de comprender su realidad como si tú la vivieras.

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