Desde mis años de estudiante de psicología siempre me llamó la atención y me pareció un tema muy sugerente y apelante el de las emociones, el de la madurez afectiva y su vínculo con la sexualidad y genitalidad. Es así que ya hace un tiempo escribí un libro titulado “Afectividad y Sexualidad en la Vida Cotidiana”. El presente artículo lo escribo con base a ese libro.
Me voy a concentrar en un tema que considero fundamental para lograr una existencia feliz y virtuosa, dicho tema es el de la educación de las emociones.
Un rasgo o característica del hombre contemporáneo en términos psicológicos, es su inestabilidad emocional, puesto que está poco acostumbrado a regirse por sus criterios o su razón, y esto se traduce en la costumbre de responder desde lo que siente, desde lo emocional. Por lo que actualmente parecerá que sólo importa lo emocional o sentimental. Hoy por hoy, no se reflexiona si es adecuado o dañino, se plantea que lo importante es “sentirse bien”, más allá del bien o del mal, es decir, más allá de lo moral y de lo ético, e incluso sin importar si es inadecuado o no.