Las personas resilientes consiguen mantener un equilibrio estable sin que afecte a su rendimiento y a su vida cotidiana, desarrollando conductas positivas, enfrentado adecuadamente las circunstancias, al utilizar sus habilidades para ello; lo cual se consigue a través de un proceso de interacción entre la persona y el contexto en el que vive.
Algunas de las capacidades o habilidades que se observan en las personas resilientes y que cada uno de nosotros puede ir desarrollando son:
- Recta valoración personal: partiendo del conocimiento propio y el respeto por sí mismo.
- Autonomía.
- Creatividad.
- Confianza en sí mismo.
- Adecuada resolución de conflictos.
- Construcción de vínculos afectivos estables.
- Contar con un propósito de vida.
Además, asumen las dificultades como una oportunidad para aprender, viéndolas de manera objetiva, reconociendo que no todo se puede controlar, siendo flexibles al cambio, buscando ayuda y apoyo en otros cuando lo necesitan; e incluso llegar a pensar en cómo ayudar a otros a partir del aprendizaje obtenido de dicha experiencia difícil.
Podemos encontrar diferentes ejemplos de personas resilientes a lo largo de la historia como Nelson Mandela, e incluso en personas cercanas a nosotros.
Te invito a reconocer que somos frágiles y aceptarnos como tal, pero también la fuerza que hay en nuestro interior, sin negar el dolor que conllevan estas situaciones difíciles; no perdamos la esperanza, aunque el futuro se vea desolador, y utilicemos todos las capacidades, habilidades y talentos que poseemos para hacer frente a esta realidad en la que nos encontramos, y cualquier situación adversa; y más adelante, podremos ver los frutos de esta valiente respuesta.
Para finalizar este texto quiero invitarte a que pienses quiénes han sido para ti ejemplos de resiliencia.